“Recordar la Feria Universitaria o de la manera de hacer comunidad
Así como hemos aprendido en este año y medio de pandemia que somos mujeres y hombres sociales, que necesitamos de nuestros semejantes para convertirnos en personas, así también me gustaría decir que hemos avanzado en reconocer (nos) a partir de proyectos que tienen como fin el bien común, que la vida vale la pena vivirla cuando nos encontramos con otros seres humanos de manera solidaria, cuando construimos comunidad.
No recuerdo mejor manera de encontrarnos en esta comunidad que reunidos para festejar las actividades que hacen de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) un oasis para la generación y divulgación del conocimiento y de diversas propuestas artísticas. Ello me lleva a recordar los momentos en que la Feria Universitaria privilegió, además de los diferentes programas académicos, los proyectos creativos y artísticos que los universitarios han expresado de manera entusiasta.
Hubo un momento en especial que me conmovió cuando la Universidad, a través de la Orquesta Filarmónica de la UAA (OFUAA), decidió darle un homenaje en vida a uno de los grandes compositores mexicanos, Arturo Márquez, interpretando el “Danzón No.2”. Gracias a las gestiones de Marcela López y de Julio Vázquez Valls, se había logrado que el propio Márquez viniera a la feria Universitaria a recibir personalmente el homenaje. Además, Julio había logrado que el concierto tradicional de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes en cada feria se convirtiera también en un concierto en donde la recién fundada OFUAA se integrara a la orquesta del Instituto Cultural, logrando una de las más amplias orquestaciones en su momento.
En esa tarde de otoño de 2015 la comunidad universitaria se reunió frente a uno de los escenarios más grandes que se hayan contratado para albergar a la gran orquesta hecha realidad. Pudimos ver el hermoso atardecer que desde los jardines de la biblioteca se pueden disfrutar, pero también comenzamos a escuchar a la Orquesta con Julio Vázquez como director y con una gran expectativa esperábamos la interpretación del “Danzón No. 2”.
Arturo Márquez expresó sobre ese Danzón en particular y en general de los ocho que ha escrito que son un tributo a los bailes de salón de la ciudad de México, pero sobre todo a la gran tradición musical veracruzana de donde Márquez pudo aprehender la calidad, sutileza y sensualidad de la música popular mexicana. De tal manera que escuchar ese Danzón en ese atardecer de octubre fue conectar con algo mágico, en donde la sensual música armonizaba con el ambiente y nos recordaba la importancia del arte, de la música en la construcción de una comunidad. Y el momento tuvo su catarsis cuando el propio Márquez subió al escenario a dirigir a la Orquesta tocando nuevamente el “Danzón No. 2”. Para ese momento la noche había cubierto el espacio y nos había transportado nostálgicamente a las plazas veracruzanas y a los viejos salones de baile en donde el ritmo cadencioso de los danzones nos enseñaba a vivir.”