FOTOTECA UAA. Estudiantes de la XXXI Generación de Medicina UAA (2002-2007), en instalaciones UAA ca. 2006

Presentamos una fotografía de FOTOTECA UAA en la que vemos a un grupo de estudiantes de la generación XXXI de la Carrera de Medicina (2002-2007), entre ellos la doctora Fabiola Alejandra Martínez Castillo, el doctor Luis Jasso y el doctor Luis Rodrigo Reynoso. La foto fue tomada en instalaciones de la UAA ca. 2006, en el periodo del rector, M. en C. Rafael Urzúa Macías (2005-2010).

Le pedimos a la Dra. Fabiola Alejandra Martínez Castillo, quien se especializó en Otorrinolaringología, alta especialidad en Rinología y Cirugía Facial, y trabaja en Rinomed Center, que nos contara algunas de sus memorias de su tiempo como estudiante de Medicina en la UAA y nos compartió lo siguiente:

“Recuerdo el primer día de clases, me levanté muy temprano, con grandes expectativas; claro una noche antes no pude dormir, imaginando que estaba por iniciar uno de mis más grandes anhelos, ya que desde pequeña mi inquietud era estudiar Medicina, iniciaba el recorrido hacia la meta fijada… ser especialista. Me preparé y manejé hasta la Universidad Autónoma de Aguascalientes, al llegar a ella, salí de mi auto, y con paso apresurado caminé hasta el aula que me habían indicado; pronta a escoger un lugar de las primeras filas, quería captar hasta el mínimo dato que cada uno de los maestros nos proporcionara. ¡Por fin, mi primer día de clase de la carrera de Medicina! Otra agradable sorpresa me esperaba: encontrarme a caras conocidas, y más aún de algunas de mis mejores amigas de la primaria al igual que compañeros de mi preparatoria.

¡Todos iniciando este camino juntos y con expectativas personales cada uno!

Por fin mi primera clase, Anatomía con el Dr. Jaramillo, excelente maestro; sin embargo, estricto, con afán de que conociéramos con exactitud cada apófisis ósea, hendidura, ligamento, y por supuesto su ejercicio favorito: “llevar un eritrocito del primer dedo del pie derecho al riñón izquierdo pasando por el oído”.

Lo que todos y cada uno de nuestros mentores pretendían proporcionarnos con la riqueza del contenido de cada una de sus clases, era formar a sus alumnos como médicos bien preparados, éticos, sensibles al dolor humano y enamorados de nuestra profesión.

Recuerdo la primera vez que porté una bata blanca para ir a rotar a clínica, no me sentía merecedora de tal distinción, pero si lo tomé como una motivación, para esmerarme en mi educación. Y así pasaban los días… las materias… los maestros… y entre días y noches, desvelos y cansancios, triunfos y decepciones, iba creciendo mi avidez e interés por conocer, y más que nada aprender cada función y fisiología de los órganos, farmacocinética y farmacodinamia de los diferentes medicamentos, saber elaborar la historia clínica completa, reconocer signos y síntomas, y entender con lujo de detalles las enfermedades en cada una de las especialidades, que me llevaran a diagnosticar y tratar de la mejor manera posible a mis pacientes.

Finalmente llegó el día más esperado, ¡el día de mi graduación y entrega de título!, lo recuerdo como uno de los días más felices de mi vida, la satisfacción de un sueño cumplido, una meta lograda, teniendo en mi mente el reto de seguir creciendo y lograr la ESPECIALIDAD.

Hubo momentos que sufrí, llore, sacrifique familia y amigos, pero me preguntarás ¿si todo valió la pena?… yo te digo que ¡ABSOLUTAMENTE cada minuto lo valió!”

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